domingo, 23 de junio de 2019

Música de viento.

El sol del medio día estaba encendido de rubor, sus rayos dorados caían ardorosos  sobre el jardín.
En la mesa de corte, la modista batallaba con una tijera sin filo que le hacía difícil cortar el género, su creatividad en hacer un hermoso vestido se iba evaporando como la espuma.
La mirada de la joven se perdía por la ventana, viendo cómo la calle de terracería estaba totalmente desierta. Esperaba que sucediera algo con insistencia y las horas iban pasando más rápido que los minutos.
La calurosa tarde se hacía sentir y de pronto, la música que traía el viento nacía de una armónica, la cual embelesó sus oídos, ¡era el afilador!
Con una sonrisa del este al oeste, salió corriendo y al llegar junto al afilador, se quedó ruborizada, era un hombre apuesto, pero lo más grave, era que le había olvidado las tijeras.
El corazón le latía cuando fue a buscarlas, cogiendo además, cuchillos y navajas porque sabía y sentía que su inspiración e imaginación, iba más allá de un simple afilado.

En el zaguán
veraneras moradas.
Áureo sol.

4 comentarios:

  1. Las prisas y la emoción, sin duda.
    Un abrazo.

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  2. Un despiste justificado, si el afilador era tan buen mozo.

    Un abrazo y feliz noche, con afiladores de sueños.

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    1. Perdón hasta ahora vi tu conentario. La emocion siempre nos juega pasadas .

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